
Si nos dieran un euro por cada vez que alguien nos ha amonestado por ser demasiado insistentes, demasiado pesadas, demasiado intensas por hablar de feminismo, probablemente a día de hoy todas y cada una de nosotras tendríamos suficiente dinero como para alquilar una habitación propia en plena Barcelona. Pero centrémonos por unos instantes en el “demasiado pesadas”. ¿Cuándo sabes que ya has insistido lo suficiente? ¿Cuándo estás completamente segura de que han tenido que escucharte demasiado? ¿Cuándo? ¿Cuándo? Aunque la respuesta no sea clara, una cosa es segura: todavía no es suficiente. Porque si realmente fuéramos tan insoportables, si nos hubiéramos convertido realmente en una molestia, habríamos notado algún cambio. Nos habrían dado, quizás, lo que queremos, con tal de hacernos callar de una vez por todas. A pesar de ser alguien que defiende las letras por encima de todo, soy perfectamente consciente de que los números no mienten, y por lo tanto deduzco que no estamos causando el suficiente revuelo si las violaciones siguen ocurriendo, si los feminicidios continúan sucediendo, si todavía tenemos dificultades en entrar en según qué puestos de trabajo, si todavía no estamos suficientemente presentes en la política (¿cuántas candidatas a la presidencia ha habido estas últimas elecciones?), si todavía no están nuestros cuadros colgados en los museos, si todavía es más fácil encontrar a Octavio Paz que a Elena Garro en una maldita librería.
Una de las luchas que está siendo más violenta, más rápida, más estratégica, más más más, está siendo la lucha artística. Me he referido varias veces al trabajo que las Guerrilla Girls han hecho, probablemente haya mencionado ya la obra en cuestión que voy a citar a continuación, pero desafortunadamente no deja de ser relevante y puede utilizarse como argumento recurrente más veces de las que debería:
“Menos del 5% de los artistas en en las secciones de Arte Moderno son mujeres. Más del 85% de los desnudos son mujeres.”
Más del 85%. Es por eso que me llama la atención que cause tanta incomodidad que ahora, de repente tantas mujeres reciban críticas por utilizar el cuerpo femenino como forma de expresión artística, enmascaradas por la falsa afirmación de que el feminismo es tan solo otra manera de obtener beneficio: afirmación perpetuada por ciertos partidos políticos que amenazan con crear listas de todas las organizaciones que obtengan subvenciones bajo la contienda feminista. Quizás es demasiado que el feminismo sea utilizado en el arte, a pesar de que toda revolución sea plasmada de alguna manera en todas las esferas del art. Quizás… Quizás es que el problema real sea que hemos recuperado nuestro cuerpo. Puede ser que lo que molesta realmente es que ya no necesitamos que nos pinten, ni nos escriban ni que nos hagan el amor sin ser partícipes, si no que lo hacemos y lo hacemos deliciosamente bien. A lo mejor es la libertad lo que les asusta tanto. Porque no hemos aprendido a decidir sobre nuestros cuerpos en la lucha artística exclusivamente y esto va más allá: hemos recuperado nuestros cuerpos para absolutamente todo.
Bienvenidas a la autonomía real. Bienvenidas, bienvenidas por fin. Hay todavía muchas batallas que luchar pero estamos ganando la guerra.
Maria Fernández Beltran
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