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La revolución sexual

El pasado día ocho de agosto se celebró el día del Orgasmo Femenino y muchas de nosotras aprovechamos el día para reivindicar nuestro placer, el cual, por desgracia, ha estado demasiado tiempo invisibilizado e incluso castigado. Este rechazo hacia la sexualidad de la mujer no está completamente erradicado, además. Y no tenemos por qué irnos a la práctica de la mutilación genital femenina para ilustrar este maltrato, por mucho que sea una barbaridad contra la que tenemos que pelear con uñas y dientes. No, el simple hecho de una mujer siendo libre y disfrutando de su sexualidad ya es motivo de miradas acusatorias, e incluso de reprimendas por parte de aquellos que se creen con derecho a opinar sobre cuerpos que no les son propios. Durante estos últimos años por fin hemos empezado a hablar de la importancia de la libertad sexual, para todos. Se ha acabado aceptar con la cabeza agachada la norma no escrita que dice que el único que puede disfrutar de su cuerpo es el hombre cishetero. Ya está bien. 

En pleno siglo XXI todavía tenemos que aguantar ver vídeos de una mujer entrevistando a hombres aleatoriamente por la calle, con una réplica de un clítoris en la mano, y que no sepan contestar qué narices es. Nos hemos convertido en un objeto destinado a proporcionar placer, y por si este tipo de crueldad no fuera suficiente, a parte de obedecer y no sentir, también debemos dejar a un lado el mimar y cuidar los cuerpos en los que vivimos a nuestra manera para que sean agradables a la vista de los que nos miran y no nos habitan. Somos objetos y no compañeras de placer. La desinformación impera en el terreno sexual. Además, la industria del porno sigue presentándonos como sumisas, y por desgracia el primer contacto con el sexo de la mayoría de niños es a través de internet. La pornografía siempre le ha hecho un flaco favor al feminismo, y la “libertad femenina” que enseña es, simplemente, irreal y equivocada. El feminismo no pide que se erradique el porno ni que se castigue, tan solo pide un acercamiento más natural, más igualitario. Hay mujeres que ya están trabajando en ello. Erika Lust, por ejemplo, hizo un documental en Barcelona junto a Claudia Sahuquillo donde invita a las mujeres a conocerse a ellas mismas a través de la masturbación, porque si algo tenemos que aprender es que tenemos que conocernos, saber lo que queremos y perder el miedo a comunicarlo. Pero no voy a cansarme de repetirlo: el trabajo aquí no es solamente de las mujeres que tienen que aprender a alzar la voz, ni mucho menos. También de las parejas sexuales, hombre o mujer a su vez, que tienen que disponerse a escuchar.

Otro pilar que ha perjudicado gravemente este silenciamiento es la religión, que por mucho que nos cueste admitirlo, es la gran escultora de los valores que aspiramos a poseer como sociedad. Por mucho que las religiones en sí no sean malas y muchas de sus enseñanzas sean aplicables a nuestras vidas, tenemos que ser valientes y admitir que aquellos que se encuentran arriba del todo en las pirámides de poder religiosas, han pervertido sus doctrinas y nos han perjudicado, perpetuando sus abusos a través de los siglos. No voy a profundizar demasiado en este tema, porque podríamos escribir un libro entero en lugar de un simple artículo. La cineasta Barbara Miller grabó un documental llamado “Placer femenino”, en el que demuestra que las 5 religiones más importantes del mundo invitan a humillar y controlar a la mujer. Si hay una frase que define el documental, es que “el patriarcado es la gran religión global”. ¿Cómo nos vamos a conocer, cómo nos van a conocer, si el conocimiento nos da tanto miedo? La religión, el mundo en el que vivimos, no nos invita a ser libres. En cambio, a ellos, a los hombres, a la fuerza hecha carne, se les dedica un festival dedicado a sus penes en Japón. A los mismos hombres que no saben reconocer un clítoris aunque lo tengan delante, literalmente. El cual, por cierto, tiene 8.000 terminaciones nerviosas tan solo en su parte visible. El doble que las que tiene un pene. Si eso no es motivo de celebración, yo ya no sé lo que es. 

Pero no nos damos por vencidas. No es tarde, aunque hayamos tardado un poco más de lo esperado y necesario. Las redes sociales se llenan de arte dedicado a los cuerpos de las mujeres de todo tipo, por fin utilizamos el altavoz que se nos ha dado, luchamos contra las estadísticas que nos dicen que solo 6 de cada 10 mujeres son capaces de llegar al orgasmo, reivindicamos la importancia de cuidar lo que queremos. El deseo ya no da miedo, de verdad que no. Os invito a conoceros y a practicar el amor propio, que es el amor más puro que existe. Es hora de desnudarse de los tabúes que nos han apretado durante demasiado tiempo. Escribimos, pintamos sobre ello y lo fotografiamos. Nosotras también nos corremos, no lo dudes. Prepárate, que empieza la revolución sexual. 

 

Maria Fernández Beltran

 

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